miércoles, 11 de agosto de 2010

"ESCUCHAR, ES PONERSE EN EL PAPEL DEL INTERLOCUTOR" HÉCTOR AUGUSTO SALINAS ATUESTA

Por Héctor Augusto Salinas Atuesta
hectorsalinas01@hotmail.com


  

Saber escuchar es articular nuestro pensamiento con el de las personas. Hay una gran diferencia entre oír y escuchar; oír no implica entendimiento; mientras que escuchar sí.


Escuchar es ponerse en el lugar del que está hablando. Es percibir desde su óptica, escuchar desde la interpretación del que habla y no desde nuestras concepciones y juicios personales. Escuchar bien es captar sensaciones.

La capacidad de escuchar es entender a las personas que no tienen la habilidad de expresarse. Escuchar implica involucrarse en el mundo del que no puede hablar.  Quien escucha bien, establece el contexto de quien le habla; sabe analizar el mundo en el que vive, su cultura, sus creencias.

Para escuchar bien, se recomienda, no hacer prejuicios antes de que la persona termine de expresar su mensaje. Para escuchar el mensaje sin distorsión alguna debemos escuchar absolutamente todo el mensaje. Si lo interrumpimos antes de que termine, le podrá faltar la parte más importante para comprenderlo plenamente. La persona que sabe escuchar no se interesa por lo que quiere oír, sino por lo que el hablante quiere expresar. Aferrarnos a nuestra interpretación, imponer nuestro criterio, son algunas de las causas que nos llevan a ser malos escuchas. De ahí la frase "No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere escuchar"
Para escuchar adecuadamente debemos de dejar de interesarnos exclusivamente por las palabras; debemos tener en cuenta otros aspectos importantes de los lenguajes no verbales como lo visual, lo corporal, lo gestual, las tonalidades de la voz y los tipos de actitudes que hablan más fuerte que las palabras. 
Saber escuchar nos permite interpretar el sentido real de los mensajes que nos transmiten las personas a través de su lenguaje, y no lo que desde nuestra percepción personal,  supongamos.

Los verdaderos líderes tanto a nivel nacional como mundial, son aquellos tienen la habilidad de entender y hacerse entender. Son lo que escuchan más allá de las palabras, es decir, los que descifran los lenguajes no verbales. Son los que perciben el grado de sensación de las personas. Como lo señala el psicólogo Rodrigo Sepúlveda,  los que son capaces de establecer cuáles son las necesidades de su grupo y de su mundo, satisfaciéndolas con toda su sapiencia, conocimientos y saber. Y en lo afectivo: debe lograr buenos niveles de simpatía y empatía.

Desde esta perspectiva, un buen escucha debe inspirar confianza y tener la capacidad de interpretar las expresiones gestuales, el lenguaje corporal, el tono de la voz, la mirada y actitudes que expresan significados más importantes que las palabras.

El acelerado desarrollo, el avance científico, tecnológico, la integración mundial y la efectividad en todos los procesos han dependido también de los procesos comunicativos en los que no intervienen las palabras, ni la escritura, sino las imágenes, los símbolos y todo lo que conlleva las manifestaciones culturales.

Gracias a la comunicación se está generando un acelerado desarrollo del ser humano y todo lo que lo rodea. La clave de las relaciones humanas depende de la relación que se entreteje en la comunicación. Por eso es tan esencial: es el elemento más importante de la vida“. Para conocerse a sí mismo es necesario ser conocido por otro; y para ser conocido por otro, es necesario conocerlo”.

Entender plenamente a las personas no es un asunto fácil. No siempre el mensaje va a ser captado o comprendido de la misma forma por diversos grupos de personas. Tenemos que interpretar ese mundo de lenguajes que se utiliza en cada momento, en cada lugar, en cada cultura, pero también en cada persona, que por lo general se manifiesta de forma diferente a las demás. Al respecto, Javier Guix, señala que el problema de la interpretación  lo creamos nosotros mismos, al creer que los mensajes que se emiten van a ser percibidos igualmente por todos los receptores. Creer tal afirmación, significaría que todo el mundo es igual,  indica.

Cada persona tiene su propio mapa del mundo, así como su propia interpretación, de los significados de las palabras, más allá del sentido gramatical,  Pero además no podemos desconocer que el lenguaje corporal, lo gestual, el tono de voz y las expresiones faciales.“No es lo mismo hablar sobre las cosas que expresarlas emocionalmente”.   Ese proceso complejo y automático se produce en el sí de las relaciones y es muy diferente de los problemas o dificultades expresivas, que pueden obstruir cualquier comunicación.

Para Javier Guix,  un buen comunicador es capaz de traducir e interpretar los mensajes verbales y no verbales y es capaz de adecuar su comunicación a la del interlocutor. 
Una persona con la capacidad de saber escuchar, puede oír a través de los  comportamientos, la postura, el tono de la voz,  las miradas, el estado de ánimo y otras expresiones de las personas en las que las palabras están ausentes.

“Una persona comunica todo el tiempo, inclusive cuando no habla” afirma, el periodista Germán Díaz Sossa. 

Las buenas relaciones para comprender, marcará en gran medida, los aciertos o fracasos, tanto laborales como en todos los ámbitos de nuestra vida.

Recomendaciones para escuchar bien. 

·                      Escuche al que le está hablando y hasta que no termine completamente lo que le quiere decir, no se anticipe a pensar algo que no le ha dicho.
·                     No piense por el otro. 
·                     Escuche cuidadosamente para no tergiversar. Actúe con la razón y no con el deseo.
·                     Aprenda a adaptarse a los cambios y deje atrás los métodos tradicionales.
·                     Póngase en el papel del otro.
·                     Aprenda a conocerse a sí mismo; ese es un buen comienzo para comprender a los demás.
·                     Según Funmi Wale-Adegbite, el éxito de las personas está dado más por sus actitudes que por sus aptitudes.
·                     Buddha decía que: Todo lo que somos es el resultado de lo que pensamos.

·                     Despacio que voy de afán; esta es una frase célebre que nos enseña que las cosas delicadas ameritan tiempo y que por lo tanto no debemos precipitarnos al interpretar, para no incurrir en tergiversaciones.